LEYENDA DEL HILO ROJO

Un hilo rojo, invisible, conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, a pesar del tiempo, del lugar, a pesar de las circunstancias. El hilo puede tensarse o enredarse, pero nunca podrá romperse.

jueves

LA FAMILIA TRADICIONAL CHINA





ESTRUCTURAS TRADICIONALES DE LA FAMILIA CHINA:
(Un ensayo preliminar )


Maria Angélica Matarazzo de Benavides
(Diciembre 2008)

Introducción

En este trabajo me refiero a las familias chinas tradicionales, o sea las de China continental antes de la República fundada en 1911, y antes de la llamada Liberación, o gobierno revolucionario comunista liderado por Mao Zedong a partir de 1949. A pesar que algunos aspectos tradicionales subsisten en la China moderna, la rápida urbanización durante el siglo XX, la construcción de edificios de departamentos y, a partir de 1980, la política de un solo hijo por pareja han modificado la estructura familiar especialmente en
las ciudades.

Estructuras básicas de la familia tradicional

Probablemente ninguna sociedad ha dado tanta importancia a la familia como lo ha hecho la sociedad tradicional china. A pesar de tratarse de una región tan vasta, con una larga historia y con obvias diferencias regionales, lingüísticas y de clase, es asombrosa la uniformidad que se detecta en prácticas y costumbres familiares, y es única su persistencia a través de los siglos (Botton 1993).
La familia tradicional china era patrilineal, patrilocal, patriarcal y exogámica. La herencia era en línea masculina, igualitaria para los hijos varones. Las mujeres no tenían derechos a la herencia de sus padres, pero podían heredar del esposo si este fallecía.
La estructura de la familia era jerárquica, teniendo siempre precedencia los de la generación más anciana y, dentro de cada generación, el que era de mayor edad.

El jefe de la familia (padre o abuelo) tenía todos los derechos y todas las responsabilidades de la familia frente a la ley, con un sistema parecido al de la Ley Romana. Los grados de parentesco se medían por medio de la obligación de guardar luto por el familiar difunto. El hijo mayor varón tenía el deber y el derecho de oficiar en los ritos a los difuntos y a los antepasados.

Apellidos y nombres chinos

Los chinos anteponen hasta ahora el apellido a los nombre que llamaríamos “de pila”, porque la cultura china tiene todavía de las culturas pretéritas que consideraban más importante a la familia que al individuo.
Además del apellido que pasa de generación a generación por línea masculina, cada individuo normalmente recibe dos nombres de su abuelo paterno al cumplir dos años de edad: el primero de estos nombres es igual para todos los de una misma generación, nietos y nietas. El segundo nombre es diferente para cada uno. Ese nombre refleja una situación o un acontecimiento. El nombre tiene, por lo tanto, un significado especial. El abuelo paterno pone el nombre a todos los nietos y nietas, hijos de sus hijos varones; pues las hijas, al casarse, salen de la familia para ingresar a la familia del esposo.
Mediante este sistema, una vez que se conoce el apellido y el primer nombre, se sabe que probablemente la persona con el mismo apellido y primer nombre es hermano, o primo hermano por parte de padre. Digo probablemente, porque en China el número de apellidos es muy reducido en proporción a la población, y son frecuentes los casos de homónimos.

En una familia china tradicional, cuando nacía un niño no se le daba de inmediato un nombre, sino que se le llamaba por el apellido y con el número que le corresponde en la secuencia familiar: hijo mayor, hija mayor, segundo hijo, etc.
Aun después de recibir su nombre individual a los dos años, hasta ahora (2008) los hermanos entre ellos se siguen llamando: “hermano mayor, hermano menor, hermana mayor, hermana menor”. Si el que habla tiene más de un hermano mayor que él, dirá: “grande hermano mayor” para el primero, “segundo hermano mayor” para el segundo, etc.
Esto refleja la importancia jerárquica de la edad en el seno de la familia. A diferencia del sistema occidental, en que decimos abuelo, abuela, tío, tía, primo, prima, así sea por parte de padre o de madre, en chino se hace una distinción en el nombre de los abuelos paternos y maternos, así como también para los tíos, tías, primos y primas, diferenciando los que lo son por parte paterna o materna. Se diferencia los nietos que son hijos de un hijo y los que son hijos de una hija. Eso porque las mujeres ya no forman parte de la familia de ego, sino de la familia de su respectivo esposo. Varios de los apelativos para parientes por parte de madre llevan la silaba wai que significa extranjero, o de afuera.

Un factor básico en la estructura de la familia tradicional era la autoridad conferida por la edad. Los miembros de la generación más anciana tenían la máxima autoridad y en cada generación los miembros de más edad tenían precedencia sobre los más jóvenes. Cada uno tenía autoridad sobre los que eran de una generación más joven. La relación con los parientes del lado paterno eran más importantes que con los del lado materno. Cada niño debía aprender a distinguir el grado de cercanía y de distancia en sus contactos con sus parientes para tener la base del nivel de deferencia u obediencia que debía demostrarles.
Este modelo se adaptaba tanto a una familia extensa como a una pequeña familia conyugal.

La piedad filial requería total obediencia y dedicación a los padres desde el nacimiento hasta la muerte, que fue refrendada por la ley formal de la dinastía Ching y que fue observada aún después que esa ley cayó en desuso con la República (1911) y el Gobierno Comunista (1949).

Actualmente, con la política de un solo hijo por pareja, establecida por Deng Xiaoping a partir de 1980, dejará de tener vigencia en China continental este sistema; pues los chinos que tienen menos de treinta años no tendrán hermanos y primos. Pero los chinos en Taiwán y en otros países del mundo tienen más hijos y en general conservan el sistema tradicional de los nombres.

Sistema económico de la familia tradicional china

Hasta los primeros años del siglo XX, la mayoría de las actividades económicas, educacionales, religiosas e inclusive políticas eran estrechamente ligadas a la institución familiar. El individuo constantemente luchaba con problemas de las relaciones de padres a hijos, esposo a esposa, hermano mayor y hermano menor, los parientes políticos, y demás parientes desde los abuelos hasta los nietos.
El individuo podía tener trato con burócratas, con profesores o maestros artesanos, con
colegas, empleador o empleado, con vecinos y amigos; pero esas relaciones frecuentemente se presentaban a través de las relaciones de parentesco y funcionaban de acuerdo al modelo del sistema familiar.
La relación más importante era la de padre a hijo, le seguía la relación entre marido y mujer y entre los hermanos varones ya que las hermanas mujeres salían de la familia al casarse e ingresaban a la familia del esposo. Cuando la economía familiar lo permitía, se integraban a ella todos los hermanos varones con sus esposas, hijos y, eventualmente, nietos. Las familias pobres necesariamente expulsaban a los hijos varones que seguían al primero.
El matrimonio
El matrimonio era exogámico, no permitiéndose casar con una persona del mismo apellido aunque no fuera pariente, pues se suponía que pudiera ser de una misma estirpe aunque lejana.

Tradicionalmente, el matrimonio no era visto como la unión de dos personas por amor, sino obedecía a la necesidad de adquirir una mujer para el hijo, para cumplir con el deber sagrado de producir un heredero varón para perpetuar el linaje ancestral, adquirir una nuera para el servicio de los padres y obtener hijos para que los cuidaran en la vejez. El matrimonio no debía significar que el hijo transfiriera su afecto y su lealtad desde los padres hacía la esposa; luego, no convenía que la pareja manifestara amor y cariño.
Los padres arreglaban el matrimonio del hijo por intermedio de un agente matrimonial.
Cuando el hijo varón era niño, los padres le buscaban la futura esposa, sea directamente o por intermedio de una casadera. El novio (o su padre) debía hacer una donación a la familia de la novia, es decir, en la práctica era una adquisición que se hacia. El matrimonio se celebraba con grades festejos que frecuentemente dejaban endeudada a la familia entera.

Los novios no se conocían hasta el día del matrimonio. Si la esposa no era fértil, o no tenía hijo varón, el marido podía tomar una segunda esposa. También podía tener una o mas concubinas, todo dependiendo de su poder económico de mantener las mujeres y los niños.

Las familias muy pobres recibían como esposa una esclava que les cedía el terrateniente del que dependían. Estas esclavas eran niñas de familias pobres que vendían las hijas para poder sobrevivir. Véase el libro La buena tierra de Pearl Buck para este y otros ejemplos de la vida campesina en los años previos a la instalación de la República en 1911.

Se consideraba una ventaja tener nietos siendo aún joven y se casaba a los hijos a la edad más temprana posible. Los varones se casaban entre las edades de 16 y 18 años.
Evidentemente, a esa edad, el hijo dependía económicamente de sus padres a los cuales estaba sujeto; y la niña, por ser muy joven, se adaptaba más fácilmente a estar sujeta a la suegra. Todo esto se justificaba mediante el estudio de los horóscopos que, si coincidían, representaban un buen augurio para la pareja. La ceremonia del matrimonio también estaba llena de simbolismos religiosos.
La poligamia era reconocida institucionalmente, y la prostitución era aprobada tácitamente. Por tanto, no había problema para el hombre que enviudaba. Pero la mujer, para poder volverse a casar, debía ofrecer dinero a la familia del esposo difunto.
En el caso de que los suegros necesitaran sus servicios, ella estaría obligada a seguir en la familia del esposo, puesto que la viudez no obviaba las obligaciones de la nuera. Si la viuda tenía hijos estos pertenecían a la familia del padre y por tanto ella no tenía el derecho de llevárselos.

Tradicionalmente, la poligamia era practicada en las familias acomodadas, que eran una pequeña minoría, debido al costo que este sistema requería. El hombre podía tomar una “esposa paralela”, la que tendría las misma prerrogativas que la primera esposa; o una“esposa secundaria” de categoría inferior a la primera esposa pero superior a las concubinas.
Más común era el concubinato, que no requería ninguna ceremonia ni garantía. Como es bien sabido, la poligamia ha sido practicada en muchas culturas, y ha creado un problema para los misioneros cristinos toda vez que han encontrado esa costumbre en las tierras de misiones. En algunos casos, los misioneros se han visto obligados a disimular su oposición al sistema.

Hubo casos en que un tío que no tenía hijo varón le proporcionara una concubina al sobrino para lograr un niño varón que tuviera la función ritual de continuar su linaje. Pero frecuentemente, el hombre tomaba una concubina para tener variedad sexual o gozar de un amor romántico que no compartía con la esposa. En el caso que un joven tuviera relaciones sexuales con una sirvienta tanto antes como después del matrimonio, podía, si así lo deseaba, tomarla por concubina después del casamiento. En muchos casos, los hombres tomaban prostitutas como concubinas; si la familia objetaba, podía alojarla en un hogar separado, siempre dependiendo de la capacidad económica del hombre.
Tanto las concubinas como sus hijos tenían un estatuto inferior al de la esposa y sus hijos.

Situación de la mujer en la familia china

A partir del décimo siglo de nuestra era, se estableció en China la costumbre de deformar los pies de las mujeres. Cuando la niña tenía cinco o seis años se envolvía sus pies con largas tiras de tela estrechamente atadas que impedían el crecimiento normal del pie y lo deformaba y encogía para lograr lo que se llamaba la forma de loto dorado. Para lograr que el pie fuera más delgado, se doblaba los cuatro dedos hacia la planta del pie, lo que con el tiempo rompía el empeine forzándolo hacia arriba, de tal manera que solamente el talón pudiera sostener el peso del cuerpo. A medida que se fracturaba el empeine, la planta y el talón se acercaban y su posición pasaba de horizontal a perpendicular, cara a cara.

El resultado era que la mujer ya no podía correr, y hasta caminar se le volvía difícil. A medida que los pies crecían, la niña sufría grandes dolores; después que terminaba la edad del crecimiento ya no había dolor, pero se seguía utilizando las fajas en parte para sostener los pies y en parte para disimular su deformación monstruosa, la que nadie debía ver.

El motivo supuestamente era obtener un buen matrimonio, lo que ayudaría a la familia mediante el buen precio que pagaría el novio. La costumbre y la metodología pasaban de madre a hija, la madre enseñaba a la niña como lavar y cuidar los pies para que no se gangrenaran. Había que cortar las uñas de los dedos de los pies para que no se incrustaran en la carne viva, cambiar las vendas diariamente para mantener pareja la presión y lavar para reducir el olor, masajeando las piernas para reducir el dolor y calzando delicados zapatos para que se notara el logro obtenido.
La gran mayoría de las mujeres en la ciudad y en el campo estaban sujetas a esta deformación que reducía su capacidad de trabajo activo. Parece ser que las mujeres de la minorías étnicas y de algunos lugares apartado en el campo no los practicaban, pero a principios del siglo XX, en las ciudades casi la totalidad de las mujeres tenían los pies deformados, la musculatura de las piernas atrofiada, y la necesidad de apoyarse contra una pared si estaban de pie por un periodo que pasaran pocos minutos.
Las mujeres aceptaban el sufrimiento derivado de la deformación de sus pies como un mal inevitable así como los sufrimientos del alumbramiento y se burlaban de las que tenían los pies normales.
Se cree que las consecuencias de la deformación de los pies puede haber causado la muerte de un cierto porcentaje de las mismas; pero no se conoce estadísticas ni estudios sobre la deformación obligada de los pies de las mujeres, es un tema generalmente evitado por los sinólogos tanto historiadores como antropólogos.
Parece que los emperadores de la dinastía Qing (originarios de las provincias del noreste de China o Manchuria) se oponían al sistema, pero no lo prohibieron. Los gobiernos republicanos, tanto nacionalista (1911) como maoísta (1949) prohibieron esta costumbre (Fairbank 1992). En 1998, conocí a una señora que tenía en esa época 95 años, cuyos pies eran deformados, pero que se desplazaba prácticamente de manera normal: yo atribuí su ligera dificultad en caminar a su edad; porque en ese momento no supe que tenía los pies vendados. Ella decía ser nieta de una concubina del último emperador.

Hay una fecha del año en que la madre de la esposa debe rendirle un homenaje al yerno, preparando un banquete en su honor y colocándolo a su derecha en la mesa y brindando junto con los demás comensales al yerno deseándole larga vida, salud y riqueza. Faltar a este rito o realizarlo a medias, compartiendo los honores con otra persona es la peor ofensa que puede hacer la suegra a su yerno.
La nuera tiene que atender a su suegra en todo y especialmente en la enfermedad y vejez de la suegra. Y se dice que en algunos casos la nuera ha cortado un pedazo de su propio brazo para hacerle una sopa a la suegra anciana y enferma.

La ley del matrimonio de 1950
La nueva Ley del Matrimonio de 1950 del Gobierno Comunista promulgó la abolición del concubinato y de la poligamia, y concedió a los hijos de las concubinas la misma categoría que la de los hijos nacidos de la primera esposa. El Gobierno Comunista también criticó la tradición según la cual era necesario tener un hijo varón para la observación de los ritos a los ancestros.

En la familia tradicional china era raro el divorcio. Se sabe de muchos casos en que las mujeres casadas se suicidaron por no poder soportar los malos tratos que sufrían; y otros, en que las mujeres murieron por esos malos tratos. Eso representaba una vergüenza para la familia, pero también un riesgo pues se creía que el espíritu de la suicida podía hacer daño a la familia y a sus negocios.
Pero también había casos de mujeres que dominaban a los esposos. En 1930, el gobierno nacionalista permitió el divorcio, que fue ratificado por el gobierno comunista en 1950. La consecuencia de las nuevas disposiciones ha sido una gran inestabilidad matrimonial en las ciudades, aunque en el campo ha tenido menos impacto. (...).

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